Welcome to my mind: Veneno
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viernes, octubre 21, 2005

Veneno

Tengo el veneno en las entrañas, siento cómo corroe mi alma mientras sostengo el antídoto vital en la mano derecha.
¿Qué estoy esperando?, ¿Qué me impide beberlo?
Sé que hay un tiempo límite para beber mi salvación. Estoy entre que los daños del veneno puedan llegar a tornarse irreversibles y la pérdida de eficacia del gélido antídoto. Al alcanzar la temperatura ambiente, cosa que hará en pocos minutos, perderá de todo efecto curativo.

Sin embargo, contemplo. Contemplo el vidrio cristal, lo anhelo. Lo ansío desde una postura depresiva, me estoy muriendo. Debo beberlo para no morirme, pero me angustio por los órganos perdidos, quizás ya sea irreversible. Quizás no. No se. Observo. Tiene un color muy bonito, de turquesa a transparente. Veneno, el dolor del estómago. No es veneno, es un virus. O es un veneno contagioso, todo aquél que me conozca se contagiará de ella. Es implacable, silencioso e inodoro.
Ya se ha contagiado mi hermano, la locura lo invade. Si, es el primer síntoma. Grita y se golpea la cabeza reiteradas veces contra la estantería, logrando que brote la sangre y un poco de masa encefálica, bañando mi colección Robin Hood de libros infantiles.
Angustia y miro de soslayo a mi solución redentora, aún podría salvarme. Quizás no. Ya ni siento mi estómago. Quiero vivir, me da miedo la muerte, ¿por qué no puedo tomarte?

El antídoto no sólo logrará salvarme, también me reconstituirá todos los tejidos dañados y muertos. Me dará un cuerpo nuevo, me regenerará completamente sin importar el nivel de daño, claro, al menos que haya traspasado el umbral del sin retorno. Puede que también obtenga alguna que otra aptitud o capacidad especial, si, es sorprendente. Pero dolerá mucho. O quizás no tanto. Mi probeta ahora está más transparente que turquesa y el dolor del páncreas se ha disipado bastante, para estas alturas la mitad del hígado debe estar en necrosis, es decir, muerto.

¿Estoy disfrutando de este incendio interno? ¿Estoy disfrutando de la locura que me rodea? Cual lenguas de fuego, el veneno lame mis arterias con dulzura dejando un sabor amargo sobre ellas. Las tuberías de sangre les permiten acceder a todo mi cuerpo, por lo tanto le conceden el honor de ser devorados al final, cuando todo esté consumado.

¿Por qué no puedo beberlo? Por la angustia de que me he dejado estar, la sensación de que ya es tarde o de que ya he perdido mucho tiempo. El olvido de la certeza de quién soy, qué debo hacer, qué hago aquí. O quizás la pereza de quitarle el tapón, que se interpone entre el líquido y mi boca. Desinterés de sobrevivir, horror de morir, anhelo de vivir.

─Dejate de joder, ¡tomalo antes de que te sea irreversible!

No quiero, sí quiero, o ambas. Quizás sólo espero una cálida mano que me anime, acompañándome a destaparlo. Un perfume a rosas o una sonrisa.
Mi hermano continúa en una danza frenética entre espasmos repentinos con quejidos entrecortados, cada vez más incoherentes. Ahora se dedica a roer el cielo raso... al parecer la locura le dio alas. Mi madre se encuentra rodando por el suelo alrededor mío rebotando de vez en cuando entre el piso y el suelo, sus alaridos inconscientes ya son metafísicos.
Mi padre es invulnerable, inmutable, sigue leyendo su periódico vespertino ajeno a la escena.

Mientras, yo me muero. Con un antídoto en la mano.